lunes, 26 de septiembre de 2011

Obsesión



Desde hace mas de 3 años sigue mirándole con total admiración. No hay nada que él pueda hacer que ella no se de cuenta.

Piensa en sus manos, en sus brazos rodeándola y el ruido de la cafetera la sobresalta entre el murmullo de la cafetería. Murmullo de espectros matutinos que la acompañan hasta la hora de la comida, que descansan después un largo y tedioso rato y la necesitan a la hora de la cena.

Si no fuera por él su vida no tendría sentido. Nunca se sintió atraída por nadie, bueno... si, una vez. pero fué en el colegió y Rodrigo no la hacía caso. Al final la guarra de Berta le besó aquella mañana en la granja escuela de Guadalajara y fué la semana mas dura que pudo pasar. Eso, y que le viniera por primera vez la regla, lo que la dolió y la vergüenza que la dio.

Se dedicó simplemente a vagar por la vida sin saber a que atenerse. En los bailes de fin de curso de BUP nadie la invitaba a bailar, ni la esperaban en el metro si se retrasaba 5 minutos.

Pasaron los años y su existencía consistía en trabajar en lo que le salía y dormir en su habitación con la compañía de sus muñecas, su madre nunca quiso ponerle una habitación mas acorde a su edad.

Quim era alto. Le faltaba pelo en el frontal del cráneo, pero tenia una mirada azul que la hacía temblar. Y cuando se le caía algo de algún plato o se quemaba con la jarra metálica al calentar la leche con el chorro de vapor, él siempre estaba ahí para consolarla.

El no era de Madrid, venia de Reus, huyendo del mar y la monotonía. Había momentos en que la cafetería se convertía en el espacio único en el que ella podía estar con él a solas. Y disfrutaba de su compañía. Nunca se habían visto fuera del antro, por la ciudad, siempre dentro de la cafetería. A veces ella se preguntaba que tipo de ropa tendría él a parte del uniforme de la cafetería basado en: camisa blanca y pantalón negro con pinzas.

Una tarde, ella se sentía totalmente vulnerable, no sabía por qué. Y, cada vez que coincidía con él, sentía por dentro una sensación de explosión que no podía controlar. Él se había dado cuenta que algo pasaba, porque las veces en que ellos se juntaban, ella se ruborizaba y no podía mirarle a los ojos... esos ojos como el mar.

Yo estaba allí, ellos no se habían dado cuenta, estaba en la barra tomándome mi café solo con hielo y me daba cuenta que en cualquier momento tendría que irme. Y así lo hice.

A eso de las 00:00, me pase casualmente por la zona. Y en la c/ Conde Casal la vi en un banco sentada llorando. Paré y la dije que subiera, que la llevaba a su casa.

Ella durante el trayecto guardaba plegada una nota y no paraba de mirar por la ventana las calles de Madrid iluminadas por las bombillas de Gallardón. Tenía el puño cerrado y próximo a su boca y de vez en cuando gimoteaba sin agua en los ojos. La dí un paquete de klinex y ni me dio las gracias ni nada. No se lo tomé en cuenta.

La dejé en Moratalaz, donde ella me indicó y espere que entrara en su portal.

Con todos estos detalles, pueden suponer que me estuve encarnando en la señora Flecher hasta que llegué a casa. ¿porque lloraba? ¿que había en la nota? ¿porque estaba sola frente al bar y no con él como todas las noches cuando cerraban juntos el local?

Nunca lo sabré, pero lo que sí que sucedió acontinuación es que a la mañana siguiente volví para tomarme mi solo con hielo, Y el bar estaba precintado por la policía.

Al cabo de 2 semanas, volví, y estaba abierto pero con otros camareros distintos.

Él ya no estaba, casualmente, ella tampoco.

Pregunté a su compañera que había pasado y me dijo que ella estaba en un psiquiatrico y él había desaparecido.

Que él se sentía acosado y ella estaba obsesionada con él hasta un punto enfermizo. Y piensan que ella le mató y se deshizo de su cuerpo, pero no se ha llegado a encontrar el cuerpo. Después de pasar por un examen psiquiatrico, decidieron llevarla a un hospital mental hasta que saliera de el estado catatonico y explicara que pasó. Si es que alguna vez logra salir...

Pero ella nunca salió, Quim nunca apareció y yo nunca volví más a esa barra de bar.


Les voy a decir una cosa...

A veces, la razón y el corazón no cordinan y mas que bien fabrican el mal o el error.

A veces, no sabemos entender que lo que queremos no es lo que nos quieren dar y que aunque insistamos inconscientemente o conscientemente, a lo mejor, no debemos tenerlo.

Simplemente, porque, ya no es el momento de tenerlo. O nos haría daño, o nunca fue nuestro, aunque razonemos que sí...


1 comentario:

Aviper_ dijo...

Cuando te vea por Atocha, la nueva o el abujero (se q lo he escrito mal no, lo siguiente, pero no me reconoce la tecla de acentos ni puntitos este teclado), comentaremos esta historia que me ha dejado en vilo.

Y enorawenna por el blog, es muy bueno y me suscribo (si encuentro donde se hace...)