lunes, 28 de septiembre de 2015

NECESITO TIEMPO





Les voy a decir una cosa...

La vida se me esta evaporando.

Se esfuma, se une a las estrellas, se metaliza con el frío y cuando me doy cuenta y le doy calor se derrite. Y ahí estoy yo, con mi cara de payasito mirando al final del horizonte que nunca sé de que color es.

No consigo el momento para encontrar ni la motivación ni el rato para perdonarme, eso si que es triste. Vivo en una constante ansiedad de que me faltan segundos de calidad en mi vida.


Necesito tiempo para mí, para ser egoísta. Necesito ver de que color es el estanque del Capricho cuando la luz del sol pierde intensidad. Solo quiero observar, en silencio.

Necesito tiempo para andar por mi ciudad sin saber de manillas ni segunderos. Necesito tiempo para dormir, escuchar los ruidos de la noche, asustarme con los crujidos de los edificios que tiemblan. Necesito tiempo para sentir vida en mí. para sentir que no soy un autómata. Necesito tiempo para escribir cuando tengo una idea, o un lamento o una angustia.

Pero dejo que el río me lleve, deje de ser salmón para convertirme en simple barquito de cascara de nuez (¡que gran letra Don Emilio!).

Porque la vida al final es así, nos dejamos llevar sorteando los rápidos con angustia, cansancio y descansando en los repechos mansos hasta dejar caer los párpados y no observar lo maravilloso del paisaje.

Necesito tiempo, hasta para tener tiempo...





lunes, 21 de abril de 2014

Escapar


 


Dices que la culpa es de otros, que tu ansiedad no te deja estar tranquila. Lexatín, Tranquimazín, Sincerebrín te relajan y hacen que seas relativamente "feliz". Pero ya no sirven, no te valen.
 
Te has abandonado a la deriva de las corrientes oscuras como el que va hacia el patíbulo, pero que en el ultimo tramo del recorrido mira a su alrededor buscando ayuda, rodeada de un alambre con corriente AC/DC que nos impide ayudarte. ¿Cómo lo hacemos? ¿Qué necesitas?
 
No dices que consumes drogas para estirar los días de tu mente, para apagar las noches en tu mente, eso suena muy mal; que el Fentanilo, que la codeina, que te mantienen despierta, atenta y sin embargo ajena a todo, dentro y fuera de todo, en modo mute aunque a veces el botón no funcione o se quede encasquillado. Porque en realidad es como estas, no estas.
 
Dices que quieres darlo todo y justo ahora, palabras textuales, tomarte unas vacaciones de ti misma. Viajar a ser posible en business si la pastilla es buena (perdón el medicamento), separar los pies del suelo y saber que no habrá cuerda capaz de contener tu ascenso al cielo de la nada; sentirte helio, intocable, inmortal, hasta que el cuerpo diga basta o ya no queden más escaleras de ascenso o cuerda suficiente. Un contacto directo con esa alma tuya que se esconde cuando no vas colocada. Jugar a ser un princesa en el reino de tus santos ovarios. Y cada vez vas a peor.
 
Se te nota en la cara una derrota que ya no quieres asumir ni frente al espejo. Porque los espejos es lo que tienen, les gusta escupir las verdades. Y tu mente fabrica escusas, escusas enfermizas, confabulaciones familiares, maritales, y dime ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos ayudarte si la llave de la ayuda eres tu?.
 
Te voy a decir una cosa...
 
Te miro a través del espejo de mi taxi, miro tus ojos apagados, tu mandíbula de chicle y no puedo evitar decirte: a mí no me engañas. Sólo buscas evitar tu ruido... escapar. ¿Vivir? ¿Para qué?
 
 

 
 
 
 


martes, 15 de abril de 2014

El Parón Imaginario



La recogí después de sortear un sinfín de calles rutinarias por los bulevares de Madrid.
 
Era una muchacha de belleza suave, buen gusto al vestir, a veces ir de ZaraMangoHym llevado con gusto es un deleite a la vista, no se crean. Pero al subir y decirme el destino su voz sonaba con entonación modo pain, que diría Sekspir: Triste.
 
Su mirada cruzada con la mía denotaba un ahogo del cual a un torpe socorrista como yo no lograba poder entender que ocurría. Tecleó su celular de la manzana mordida y pulsó el llamar, espero unos segundos y empezó a suspirar:
 
- "Hola... bien, bien... muy nerviosa. ¿Cómo estas...? (silencio) ya... perdóname... (silencio) me gustaría que nos viéramos... (silencio) es importante... (silencio) ¿y mañana...? (silencio) vale... te llamaré y quedamos un día de estos... pero que si no quieres verme, lo entiendo... (silencio)"
 
Yo descuidando las leyes de trafico, estaba intentando ponerme en la piel de ella. Su cara de rasgos suaves iba tornándose en expresiones de dolor. Pero no un dolor fingido, como de niño que sabe que ha echo algo malo y en el fondo no se esta disculpando, era algo mas.
 
Después de un par de asentimientos y de mirar hacia la ventana, sorber mucosidad acuosa espontanea y secarse alguna lagrima dijo:
 
- "... tengo cáncer... me han encontrado células cancerígenas en la analítica..." ahora si hubo un silencio de verdad.
 
Hubo un parón general en la ciudad, mi carromato iba rodando por la calle Sagasta pero el tiempo parecía que se había detenido. Los viandantes pararon, los pájaros silenciaron su trino, había un perro con la pata trasera al viento y orinando a un olmo con un arco de orín impasible... todo se detuvo menos nosotros.
 
Después de unos segundos todo volvió a su ritmo. Ella simplemente colgó finalizando así la terrible noticia. Lo mas probable es que el que estaba al otro lado se quedara mudo como el mundo a nuestro alrededor, simplemente pudo decir con voz entrecortada un "lo siento" antes de finalizar.
 
Después de un segundo el teléfono empezó a cimbrear mientras que ella lo colgaba una y otra vez. Sorbía y se secaba con un Kleenex las lagrimas de dolor, miedo e incertidumbre. Se bajó de mi carromato y se fue.

Primero la seguí con la mirada como se perdía entre la muchedumbre hasta que un amable claxon y una referencia a una posible afición arrabalera de mi madre me despertó súbitamente.
 
Aceleré y el que se perdió fui yo.
 
Les voy a decir una cosa...
 
Reconocer la culpa de las cosas no es fácil. No estamos creados para eso. No reconocemos nuestros errores hasta que vemos que la enmienda es improbable o imposible. Somos así los humanos, sobretodo en España. Nuestro orgullo patrio hace que nuestras relaciones personales sean como una corrida de toros. Intensas y atractivas, con sufrimiento y pasión.
 
Y si encima le añadimos alguna psicopatía, enfermedad o tragedia variada, mejor. Pero la moraleja de esto es que todo lo que hacemos queda ahí. Si infringimos dolor, queda el dolor. Si añadimos cariño, queda el amor.
 
No es solo ciencia, como explicaba Chris Martin en The Sciencist. Busqué en mi mp3 y escuche su manera de disculparse en modo de canción.



miércoles, 2 de abril de 2014

Pantomima Real

Les voy a decir una cosa...

A veces lo políticamente correcto es aburrido. Ser servicial es infame y ser educado es una necedad. 

Por eso, a algún ser humano de la antiguedad decidió convertirse en un espectro parecido a un espejo humano. Si, como un otro yó, bueno en este caso sería otro ése. Y decidió que para comunicarse no hacía falta la voz ni las palabras, solo los gestos. 

Y supongo que de ahí nació la Pantomima.

 La Pantomima es un acto dramático que enfoca una historia por medio de la mímica. No intervienen diálogos ni palabras, ni voz para representar la historia o los personajes. Solo gestos, expresiones o movimientos corporales que hacen que los espectadores comprendan ellos mismos el argumento o los personajes.

Y estaba yo en una parada cerca de un hotel del centro de mi ciudad, al lado de un semáforo. Y me cuenta de que la concurrencia no cruzaba, estaban a cada lado mirando algo y riendo, mientras que algunos sí lo hacían. ¿de que se ríen? - pensé.

Había un mimo, imitando la manera de andar y circunstancias de alguna de las personas que cruzaban por el paso de peatones. Sus andares, sus gestos, sus pasos... Incluso si se paraban a mirar qué había detrás que a los de la acera les hacia tanta gracia el mimo lo hacia igual. Parecía su sombra, era muy bueno el actor. Normalmente el resultado del imitado era o risa, o indiferencia buscando el anonimato.

De repente cruzo una chica de unos treintaytantos hablando por el teléfono móvil. Estaba muy ausente en una conversación dolorosa, sufriendo. Venia de mi lado derecho y pensé que el mimo iría a por ella. 

¡Efectiviguonder!, él la vio y rápidamente se colocó detrás de ella y empezó a imitar con las risas de su publico su paso, su gesto al hablar, y su expresión de dolor con una terrible mueca en su cara pintada de blanco y labios y ojos negros.

Cuando ella se percató de que el respetable publico se reía de algo detrás de ella se volvió. Aguardó un segundo a que el mimo que, imitando su gesto vuelto, también volviera a mirarla. Y cuando éste lo hizo, llorando... le dio una sonora bofetada, y llorando se abrazó a él. Se hizo un silencio en el respetable, como cuando en una función el mago se da cuenta que algo va mal en su truco de partir en dos a la bella muchacha, luego en dos segundos de sincero abrazo y gesto de cariño del mimo. La mujer se fue corriendo.

El mimo miró al suelo como si viera que se le había caído algo, pero era varias cosas invisibles, no una. Las recogió cuidadosamente y comenzó una reconstrucción de su corazón roto y se lo ofreció pero ella ya había cruzado al otro lado y seguia su camino sin mirar atras. 

Y con gesto de tristeza se fue abriéndose paso entre el respetable que hacía un silencio espectral.

No me gustan los mimos. 

Te usan para argumentar su actuacion sin pensar si lo que ellos reflejan nos va a gustar o no. Y normalmente no se dan cuenta de que nos pasa lo mismo que los animales cuando se miran a un espejo, que no se reconocen y sale la ira o la verguenza.

Solo me gusta uno. El Gran Mimón, él no necesita argumento, ni nadie a quien imitar...


martes, 25 de marzo de 2014

Avanzar



La gente no avanza. El mundo no avanza. Yo no avanzo.

A veces pienso que estoy como ese hamster en la rueda vertical corriendo corriendo y sin poder dejar de hacerlo. Vivimos vidas interminables, bueno... si se le puede llamar a esto vivir.

Tenía el pelo cortado a lo garçón, muy francés. Su piel era blanca como y vestía de negro, con un pinchet en su brazo, negro también. Me pregunto si me molestaba que subiera con el perro, a mí la verdad es que mientras que no ladren me da igual. Hay niños que son peores que los perros en un tásis.

Me pidió que la llevara al barrio de simancas, con un acento medio inglish medio espanish medio ná.

Y sin venir a cuento me preguntó si estaba casado. Le dije que si. Y entonces empezó a contarme que ella era viuda desde hacia 3 años, que no lo supera, que se siente sola, que no busca a nadie porque como su marido no hay hombre igual, que era americano, militar, y que ella vivía desde hace tiempo aquí pero que eran de Colorado, EEUU.

16 minutos hablándome de las bondades del guiri que ya no estaba, y que con voz aterciopelada pero triste me decía que "se fue sin decirme adiós, llegamos de una BBQ con unos amigos, estaba en la cocina y él se dispuso a cambiarse para dormir... y se durmió para siempre... muerte natural, me dijeron..."

Se hizo un amargo silencio. Ella simplemente se quedó mirando a la ventana y de sus gafas de sol oscuras caía una lágrima, casi invisible que recorrió su mejilla hasta el cuello sin que ella no hiciera nada para borrar la estela lacrimal en su piel blanca. Llegamos, y me dejó, otra vez solo. Pensando en ella y su pena. Y no hubo mas conversación...

Resonaban en mi mente sus palabras como si en los huecos de mi cerebro rebotaran de lado a lado "yo no avanzo, no quiero avanzar..."


Les voy a decir una cosa...

Las personas ante lo trágico reaccionamos de 2 maneras. Hacia delante o hacia atrás. Pero siempre con la misma excusa. Da igual lo que sea, la muerte, la angustia, la soledad...

No vale autoengañarnos para hacer ver que sí, para eso esta la teletienda o Sandro Rey o una caja de bollos rellenos de nata. Yo opino que aun siendo muy duro lo que nos haya pasado, uno tiene que seguir, pero acepto también la derrota del que no quiera hacerlo.







jueves, 20 de marzo de 2014

El Dorado



Llevaba varios minutos, por no decir una hora, aburrido y distante.

Fíjense que la usuaria última que transporté me tuvo qué decir un par de veces que parará en un sitio concreto porque estaba yo en mi masturbación mental. Y aún así, tampoco me dejo propina... En fin, que se le va a hacer.

Bajando por la vía lateral de Castellana, me da el alto una mujer de unos 50 años con una abuelita aferrada a su brazo y con un bastón tembleante en la otra mano. Vestía un pantalón claro y una chaquetilla de perlé dorado, con melena al viento blanca, blanca al estilo sota de bastos. 

Pare y la joven me dijo abriendo la puerta que la otra mujer, la abuela, iba a Narváez con Menorca. Y ayudo a la señora mayor a sentarse, estaba fatigada con respiración jadeante, pero me miro con una sonrisa y me dijo a boca jarro:

- "No tenga usted prisa, joven que es que estoy algo oxidada y me cuesta subir a los autos..."

Yo con una sonrisa de sorpresa le conteste que no se preocupara. Me indicó el trayecto a su casa y empezó a decirme lo buen mozo que era y lo paciente que había sido con ella - " no se crea que los taxistas son tan gentiles con vegestorios como yo..., ¿qué edad piensa usted que tengo...?"

Aquí, entro siempre en un momento peligroso, me estaba jugando la propina. Cuando una mujer, de la edad que sea, te pregunta algo tan subjetivo como "¿te gusta mi peinado... Cuantos años me echas... Te gusta el pescado medio crudo que he asado con un camping gas y sabe a arena de cieno porque es la primera vez en mi vida que cocino...?". Amigo, estas muerto como falles.

- "¡sorpréndame porque la veo echa una mocita!" - dije mirando su sonrisa.

-"¡noventa y siete años! Ni más ni menos... ¿Eh...? ¿Qué le parece, joven?"

La verdad es que la mujer aparentaba algo menos. A ver, entiéndanme, que no era Sara Montiel. Era una mujer normal del barrio de Salamanca que no habría dado palo al agua, me dijo que nunca tuvo hijos y que enviudo hace 39 años... O sea, que con 58 ya poco tralarí tralarí, suponiendo que su Amancio no fuera 17 años mayor que ella. Que lo fue. Vamos que con 45 en la plenitud de su vida, terminaron sus ejercicios nocturnos de pasión con la luz apagada y el Cristo de la pared guardado dentro del cajón.

- "pues que seguro que habrá viajado por el mundo y encontró El Dorado y la fuente de la eterna juventud... ¿Eh...? Y le dio un sorbito" - le dije con tono de guasón buscando su sonrisa, tuve que repetirlo porque la señora se encontraba bien de salud, pero eso si. Sorda como una tapia.

Entonces sin parar a dejarme meter baza durante el trayecto entre nuevos ministerios y odonell me relató su vida en verso y prosa. 

Que era la menor de 4 hembras de una familia bien de Madrid, que iba para monja, pero que conoció a su Amancio al salir un día de las clases para mujercitas que daba la hermana Sor Matea. Que se casó con su Amancio y que la respetó mucho. Porque "fueron un matrimonio como debe ser", con mucho respeto, no como lo que hay ahora, que no hay respeto, ni matrimonio, ni parejas, - "están como los monos..." - no quise ni preguntar a que se refería, porque el ejemplo se atenía a varias vertientes, más bien cómicas, pense.

Me dijo que, ella se encontraba muy bien de todo, de piel, de aspecto (claro a esas edades no se tiene abuelas, yatusabe), de cuerpo...

 - "no tengo ni varices, mire... Y fíjese si el cuerpo es sabio, que hasta se me ha quedado un pecho de una niña de 15..."

Por un momento pensé que se me iba a medio desnudar, pero gracias al Señor no.

Llegamos al destino y la muchacha se despidió de mi deseándome toda suerte de parabienes. Pero ocurrió algo que no me esperaba, me dijo:

- "..cambie de camiseta, un hombre como Diosssmanda no puede ir de rosa..." 

Me sonrió y se fue poco a poco, como en Star Wars se iba Yoda con su bastón y sus andares de sapoviejunosideral.


Les voy a decir una cosa...

Hoy soy 15.600 días más viejo, contando el tiempo de gestación, pero al lado del espíritu juvenil de esta anciana, era yo el viejo.

Me resigne a iniciar mi camino a la nada de mi ciudad y pinche en mp3 el "Huele a espíritu juvenil"  de Nirvana y pise el acelerador a fondo.




miércoles, 19 de marzo de 2014

Hotel Aitana

Estaba ahí como vieja del visillo viéndola llorar y hablar por el móvil y no podía decir nada.

Estaba en la parada de un hotel leyendo tranquilamente cuando apareció ella con conversacion triste y gesto ídem, a la justa distancia en la que no se distinguen ni las palabras ni las intenciones.

Solo los llantos ahogados por el pudor de intentar hacer que nadie en esta gran urbe se diera cuenta de su tragedia. ¡vaya chiste, como si los viandantes anónimos fueran a dar auxilio emocional a alguien en su situación!

Me sentía mal de ver como intentaba explicar a alguien que ya no podía mas, que el mundo se le desmoronaba delante de ella y que no quería seguir así. Lo cierto es que no pude saber a que se refería. Solo podía obserbar impasible como ella se desahogaba con su confidente y yo allí.

¿Necesitaría un abrazo? ¿un gesto de empatía? ¿un divorcio, un psiquiatra, un crédito? no se... me daba pena.

Terminó la conversacion telefónica y encendió un cigarro pensativa. Como en otro mundo. Como si por unos instantes meditara si la única solución a su desden fuera la evasión y la huida.

Me miró y se me acercó. Dudó por un momento el dirigirse a mí porque noté que se había dado cuenta que había sido complice de su tensión y emocional conversación.

En instantes me armé mentalmente de argumentos y estrategias para poder ser un apoyo para ella si me lo pidiera, comprenderla y animarla. "La vida la hacemos complicada, solo hay que descomplicarla..." y cosas así por el estilo.

Se acercó, y mirándome con ojos tristes y derrotados me dijo:


- "Ahora saldrán unos clientes chinos que quieren ir al aeropuerto, pero antes les llevas a la embajada y les esperas..."

- "De acuerdo" - le dije. Y cuando se iba a volver a meter al hotel me salió de dentro decirla: "¡Animo... ya veras como todo se resuelve...!

Ella paró sin dar la vuelta para mirarme, dejo caer el cigarro y lo pisó estilo la rubia de Grease, y entro al apartarse las puertas de cristal del hotel, se puso en el mostrador a hablar con su compañero y se metió en una sala. Y no volví a verla. De repente salieron el matrimonio Lollito Primavelal y me fui.


Les voy a decir una cosa...

Necesitamos muchas veces mas apoyo emocional de lo que nos pensamos. No somos tan fuertes como creemos, y el orgullo hace que nos pensemos invatibles y queremos pedir ayuda, solo que no sabemos como hacerlo.