lunes, 21 de abril de 2014

Escapar


 


Dices que la culpa es de otros, que tu ansiedad no te deja estar tranquila. Lexatín, Tranquimazín, Sincerebrín te relajan y hacen que seas relativamente "feliz". Pero ya no sirven, no te valen.
 
Te has abandonado a la deriva de las corrientes oscuras como el que va hacia el patíbulo, pero que en el ultimo tramo del recorrido mira a su alrededor buscando ayuda, rodeada de un alambre con corriente AC/DC que nos impide ayudarte. ¿Cómo lo hacemos? ¿Qué necesitas?
 
No dices que consumes drogas para estirar los días de tu mente, para apagar las noches en tu mente, eso suena muy mal; que el Fentanilo, que la codeina, que te mantienen despierta, atenta y sin embargo ajena a todo, dentro y fuera de todo, en modo mute aunque a veces el botón no funcione o se quede encasquillado. Porque en realidad es como estas, no estas.
 
Dices que quieres darlo todo y justo ahora, palabras textuales, tomarte unas vacaciones de ti misma. Viajar a ser posible en business si la pastilla es buena (perdón el medicamento), separar los pies del suelo y saber que no habrá cuerda capaz de contener tu ascenso al cielo de la nada; sentirte helio, intocable, inmortal, hasta que el cuerpo diga basta o ya no queden más escaleras de ascenso o cuerda suficiente. Un contacto directo con esa alma tuya que se esconde cuando no vas colocada. Jugar a ser un princesa en el reino de tus santos ovarios. Y cada vez vas a peor.
 
Se te nota en la cara una derrota que ya no quieres asumir ni frente al espejo. Porque los espejos es lo que tienen, les gusta escupir las verdades. Y tu mente fabrica escusas, escusas enfermizas, confabulaciones familiares, maritales, y dime ¿Qué podemos hacer? ¿Cómo podemos ayudarte si la llave de la ayuda eres tu?.
 
Te voy a decir una cosa...
 
Te miro a través del espejo de mi taxi, miro tus ojos apagados, tu mandíbula de chicle y no puedo evitar decirte: a mí no me engañas. Sólo buscas evitar tu ruido... escapar. ¿Vivir? ¿Para qué?
 
 

 
 
 
 


martes, 15 de abril de 2014

El Parón Imaginario



La recogí después de sortear un sinfín de calles rutinarias por los bulevares de Madrid.
 
Era una muchacha de belleza suave, buen gusto al vestir, a veces ir de ZaraMangoHym llevado con gusto es un deleite a la vista, no se crean. Pero al subir y decirme el destino su voz sonaba con entonación modo pain, que diría Sekspir: Triste.
 
Su mirada cruzada con la mía denotaba un ahogo del cual a un torpe socorrista como yo no lograba poder entender que ocurría. Tecleó su celular de la manzana mordida y pulsó el llamar, espero unos segundos y empezó a suspirar:
 
- "Hola... bien, bien... muy nerviosa. ¿Cómo estas...? (silencio) ya... perdóname... (silencio) me gustaría que nos viéramos... (silencio) es importante... (silencio) ¿y mañana...? (silencio) vale... te llamaré y quedamos un día de estos... pero que si no quieres verme, lo entiendo... (silencio)"
 
Yo descuidando las leyes de trafico, estaba intentando ponerme en la piel de ella. Su cara de rasgos suaves iba tornándose en expresiones de dolor. Pero no un dolor fingido, como de niño que sabe que ha echo algo malo y en el fondo no se esta disculpando, era algo mas.
 
Después de un par de asentimientos y de mirar hacia la ventana, sorber mucosidad acuosa espontanea y secarse alguna lagrima dijo:
 
- "... tengo cáncer... me han encontrado células cancerígenas en la analítica..." ahora si hubo un silencio de verdad.
 
Hubo un parón general en la ciudad, mi carromato iba rodando por la calle Sagasta pero el tiempo parecía que se había detenido. Los viandantes pararon, los pájaros silenciaron su trino, había un perro con la pata trasera al viento y orinando a un olmo con un arco de orín impasible... todo se detuvo menos nosotros.
 
Después de unos segundos todo volvió a su ritmo. Ella simplemente colgó finalizando así la terrible noticia. Lo mas probable es que el que estaba al otro lado se quedara mudo como el mundo a nuestro alrededor, simplemente pudo decir con voz entrecortada un "lo siento" antes de finalizar.
 
Después de un segundo el teléfono empezó a cimbrear mientras que ella lo colgaba una y otra vez. Sorbía y se secaba con un Kleenex las lagrimas de dolor, miedo e incertidumbre. Se bajó de mi carromato y se fue.

Primero la seguí con la mirada como se perdía entre la muchedumbre hasta que un amable claxon y una referencia a una posible afición arrabalera de mi madre me despertó súbitamente.
 
Aceleré y el que se perdió fui yo.
 
Les voy a decir una cosa...
 
Reconocer la culpa de las cosas no es fácil. No estamos creados para eso. No reconocemos nuestros errores hasta que vemos que la enmienda es improbable o imposible. Somos así los humanos, sobretodo en España. Nuestro orgullo patrio hace que nuestras relaciones personales sean como una corrida de toros. Intensas y atractivas, con sufrimiento y pasión.
 
Y si encima le añadimos alguna psicopatía, enfermedad o tragedia variada, mejor. Pero la moraleja de esto es que todo lo que hacemos queda ahí. Si infringimos dolor, queda el dolor. Si añadimos cariño, queda el amor.
 
No es solo ciencia, como explicaba Chris Martin en The Sciencist. Busqué en mi mp3 y escuche su manera de disculparse en modo de canción.



miércoles, 2 de abril de 2014

Pantomima Real

Les voy a decir una cosa...

A veces lo políticamente correcto es aburrido. Ser servicial es infame y ser educado es una necedad. 

Por eso, a algún ser humano de la antiguedad decidió convertirse en un espectro parecido a un espejo humano. Si, como un otro yó, bueno en este caso sería otro ése. Y decidió que para comunicarse no hacía falta la voz ni las palabras, solo los gestos. 

Y supongo que de ahí nació la Pantomima.

 La Pantomima es un acto dramático que enfoca una historia por medio de la mímica. No intervienen diálogos ni palabras, ni voz para representar la historia o los personajes. Solo gestos, expresiones o movimientos corporales que hacen que los espectadores comprendan ellos mismos el argumento o los personajes.

Y estaba yo en una parada cerca de un hotel del centro de mi ciudad, al lado de un semáforo. Y me cuenta de que la concurrencia no cruzaba, estaban a cada lado mirando algo y riendo, mientras que algunos sí lo hacían. ¿de que se ríen? - pensé.

Había un mimo, imitando la manera de andar y circunstancias de alguna de las personas que cruzaban por el paso de peatones. Sus andares, sus gestos, sus pasos... Incluso si se paraban a mirar qué había detrás que a los de la acera les hacia tanta gracia el mimo lo hacia igual. Parecía su sombra, era muy bueno el actor. Normalmente el resultado del imitado era o risa, o indiferencia buscando el anonimato.

De repente cruzo una chica de unos treintaytantos hablando por el teléfono móvil. Estaba muy ausente en una conversación dolorosa, sufriendo. Venia de mi lado derecho y pensé que el mimo iría a por ella. 

¡Efectiviguonder!, él la vio y rápidamente se colocó detrás de ella y empezó a imitar con las risas de su publico su paso, su gesto al hablar, y su expresión de dolor con una terrible mueca en su cara pintada de blanco y labios y ojos negros.

Cuando ella se percató de que el respetable publico se reía de algo detrás de ella se volvió. Aguardó un segundo a que el mimo que, imitando su gesto vuelto, también volviera a mirarla. Y cuando éste lo hizo, llorando... le dio una sonora bofetada, y llorando se abrazó a él. Se hizo un silencio en el respetable, como cuando en una función el mago se da cuenta que algo va mal en su truco de partir en dos a la bella muchacha, luego en dos segundos de sincero abrazo y gesto de cariño del mimo. La mujer se fue corriendo.

El mimo miró al suelo como si viera que se le había caído algo, pero era varias cosas invisibles, no una. Las recogió cuidadosamente y comenzó una reconstrucción de su corazón roto y se lo ofreció pero ella ya había cruzado al otro lado y seguia su camino sin mirar atras. 

Y con gesto de tristeza se fue abriéndose paso entre el respetable que hacía un silencio espectral.

No me gustan los mimos. 

Te usan para argumentar su actuacion sin pensar si lo que ellos reflejan nos va a gustar o no. Y normalmente no se dan cuenta de que nos pasa lo mismo que los animales cuando se miran a un espejo, que no se reconocen y sale la ira o la verguenza.

Solo me gusta uno. El Gran Mimón, él no necesita argumento, ni nadie a quien imitar...