jueves, 31 de marzo de 2011

Las Lagrimas De Peter

 

La jornada de ayer estuvo bien.
Como colofón acabe llevando a su hogar a una muchacha que venía del norte de Europa y quería conocer "Madrít".
Reímos, charlamos sobre la vida, la infancia, el paso a la adolescencia y llegar a la madurez. De como sentirse y sentirse bien, con tranquilidad, y se fue. La estaban esperando.
Y mientras me iba a casa, después de una buena conversación con alguien que más o menos, siente como uno mismo su vida, el cuerpo me pedía escuchar algo bueno, y encontré el tema Peter Pan de Pedro Guerra, una de las canciones más bonitas que se ha hecho, que habla de la infancia nostalgiada.
Detuve el carro en el Parque Berlín  y me senté en el asiento de atrás a escuchar la canción. De pronto, mientras disfrutaba del tema un torrente salió de mis lacrimales. Era una especie de llantina vespertina y desengrasante. 
Les voy a decir una cosa...
Sentí la necesidad de dejarme llevar por la emoción, así que, subí el volumen del audio, baje las ventanas traseras y cerré los ojos echando mi cabeza hacia atrás. 
Era el llanto más agradable y feliz que nunca había sentido, de verdad.
Por mi mente solo había imágenes de momentos curiosos, retazos graciosos de mi vida, he de confesarles que no hubo ninguno fue triste...
El nacimiento de mi niña… el paseo nocturno por los campos de Herrera y su cielo estrellado… mis días en Lanzarote con mi amor… mi primer beso con ella...
Mi viaje a Australia… algunos de mis veranos en Orleans...  Casi todos los momentos agradables en mi vida que no repetiría porque perderían su encanto.
Esos momentos en que creía que me podría comer el mundo y no temía nada, en los que después de 20 anos la “nada y el mundo” me han engullido y tragado sin masticarme ni saborearme.
Y todo regado con una llantina feliz.
 Al rato y antes de que acabara Pedrito la canción, se para "un compañero del metal",  sesentón con chaleco de lana y palillo bucal amaestrado, con tono de sorpresa me dice:
- "¿Está usted bien?”

 - "Sí... mejor que nunca…"  (dije sonriendo y secándome la cara con las mangas del forro polar).

 - "¿y el taxista…?" preguntó.

 - " Eeeeh… se ha ido a buscar cambio de 50 a su casa... Ahora viene...”  Improvise

- "¿Quiere que le acompañe mientras el compañero regresa?" me dijo el hombre preocupado.

 - "¡Noo…! No se preocupe, muy amable. No tardara mucho..."

 No me di cuenta, pero el taxista vio que tenía encendido el piloto verde de LIBRE y me dice:
-“¿Quieres que llame a la policía? ¿Te ha pasado algo compañero?”
  Por un instante pensé que igual habría sido buena idea llamar a la Policía. Igual así podrían investigar al taxista para ver si le detienen de una puñetera vez por tristeza temeraria.
 Pero solo dije:
- "Gracias... No hace falta. Ya se me ha pasad… necesitaba soltar presión, ya sabes..."
 Y mirándome como un padre que entiende por lo que estaba pasando, pues lo mismo esta sensación de vacío la sintió él hace muchos años, con tono condescendiente me dice:
 - "si, ya lo se... Una vez que acabes sécate la cara y continúa, que es que no hay otro camino...”  
Y arrancó.
 Decidí que ya estaba bien por hoy de lloriquear, y que mejor que abrazarme a la tristeza me aguardaba esa chica que me acompañó a Lanzarote y que siempre está a mi lado sin esperar nada a cambio.  Y me fui a abrazarla a casa.
Mañana será otro día.

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