miércoles, 8 de junio de 2011

Corazón Que No Siente

Que muera un negrito de Tanzania cruzando una carretera en medio de la Sabanna y tenga la mala suerte que pase un Jeep de safari, me afecta 1 sobre 100.

Que atropeyen a un vejete en la c/Goya esquina c/Lagasca y ser testigo del atropeyo, me afecta 82 sobre 100.

Que muera un negrito de Tanzania en un safari comido por un león captado por la camara de un turista y que me lo sirvan a la mesa a la hora de comer, me afecta 20 sobre 100 (dependiendo de la calidad de la imagen y las veces que lo repitan, llegaríamos a 40).

Que al vejete atropeyado le pongan una manta de aluminio amarilla y  se le asome un pie sin zapato, me afecta 90 sobre 100.

Que muera un negrito en Tanzania atropeyado por un Jeep de un safari, lo abandonen y sea devorado por las hienas siguiendo el ciclo de la vida, como cantaba el papá de Simba. Me afecta 14 sobre 100.

Que muera un ser querido a 882 Km, sola, sin nadie a su alrededor, (porque ella siempre lo quiso así), no se en cuanto grado me afecta. ¿95? ¿65?


Pero, les voy a decir una cosa...

Los amores a distancia no son amores reales. La muerte de un ser querido a 882 Km me afecta menos que presenciar un atropeyo. El golpe me afecta igual que la sorpresa del negrito con mal yúyu que ve como se le viene encima la guadaña y le golpea con un Jeep viejo, amarillo y abollado.

Las capas de insensibilidad de mi corazón se quebrarón ayer durante un instante y filtraron chapapote de tristeza extraña.

Lo peor de todo es, que solo tenia el asfalto de la fantasmagorica ciudad y la compañía de la multitud que se expone frente a mi parabrisas, y no se como expresar que no se porque tengo esas grietas, llevo años dando su manita de cubrecariño mezclado con un chorrito de agua de insensibilidad concentrado.

Ayer mi corazón mezcló tristeza con rabia con uno mismo, y la resaca no solo no me ha dejado dormir bien, me ponzoña mi interior.

Ayer no me salia la sonrisa en mi cara y mi mueca de payaso no la quiero compartir.

Ayer evitaba pestañear por si mi cerebro ordenara mas agua a mi lagrimal.

Ayer pude ser frío y distante... incluso llegué a odiarme y darme asco.

Por eso, ayer dolió tanto el corazón y el dolor era tan raro y contradictorio que tuve que es conderme en alguna alcantarilla para descargar mi rabia y mi dolor, como buena rata de ciudad. Y al menos dejar que se fuera lentamente sin que los clientes lo notaran. ¡Encima eso! todos querían charlita con el chofer y el chofer no quería charlita con nadie.

Porque el chofer no sabe que explicar, no quiere explicar...

                                                              

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