viernes, 3 de junio de 2011

Cleopatra

Mirando su imagen proyectada en un metal se pregunta que hizo, que pasó.

Mira a su alrededor y huye de la sombría tristeza, su amiga eterna, su cruel y ficticia amiga que la acompaña en la expresión de su mirada fabricada en todos los postes y grabados de palacio.

No esperaba mucho de él, no espera mucho de nadie. Solo alguien en quien confiar, la vida en palacio esta llena de insatisfacciones. Y ella lo sabe bien, por eso decoro su palacio de colores vivos y chillantes. No quería volver al recuerdo de una infancia complicada y con tantos sinsabores.

Es frágil pero se siente fuerte, aun así todavía agradece un hombro donde apoyarse.

No sabe que su amargura durara lo que ella quiera que dure, ella tiene el poder aunque la hayan insuflado desconfianza y debilidad durante los últimos 10 años. Ella tiene el timón y su rumbo, aunque todavía viaje con una embarcación prestada. Y sabemos que llegará a su puerto, pero en la carta de navegación se olvidaron marcarle por donde vendría las tempestades. Y es que, es muy difícil surcar los 7 mares con un motín a bordo. Pero, por suerte para ella, se ahogó la conspiración y la desídia. 

Y, poco a poco, recoje los trozos de un corazón roto y los pega lentamente uno a uno.

Tantas veces a caído al vacío que ya sabe como caer de pie. Tantas veces se ha sentido decepcionada que en su compasión trastocada es capaz, erroneamente, de pensar que, a lo mejor se lo merecía. Nadie merece mezquindad a cambio de amor, mi reina.

Nadie se merece un espejismo y eso es lo que siempre recibió, un espejismo. Recibía amor como el que ve un oasis en medio del desierto y al llegar solo tenia arena, piedras y puyadas de alacrán. Maldito alacrán, que parece inofensivo, aunque sea uno de los bichos mas feos e insulso de la tierra, pero siempre amenazando y amagando, pero cuando se ve sorprendido usa el mismo aguijón para quitarse de en medio... valiente payaso.

Nadie merece tan poco. Y nadie piensa que tiene la culpa de su elección, en el fondo ni ella.

En la vida jugamos a dos cartas, la buena y la menos buena. Pero nunca sabremos cual es la mejor opción. Pero la mejor opción es caminar hacia adelante, como lo hace Cleopatra. Pero esta vez no pedirá a sus sirvientas ni fruta envenenada, ni un áspid, solo un calzado cómodo para caminar.

Y no esta sola, a diferencia de los siniestros alacranes solitarios que se esconden valientemente bajo las piedras y bajo la luz de la luna para para atacar a la desprevenida presa, somos legión los que caminamos con ella, junto a nuestra reina de ojos tristes.







Dedicado a M.

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