miércoles, 5 de octubre de 2011

La Decepción

Les voy a decir una cosa...

Nunca me ha decepcionado ningún usuari@ en mi taxi.

No se han marchado sin pagar, ni me han ensuciado el habitáculo, ni han intentado robarme o agredirme jamás ha supuesto ni supondrá una decepción por mi parte, sino más bien una guarrada. Y las guarradas calan menos hondo que las decepciones.

Por eso me eligió esta profesión: tolero mucho mejor las guarradas que las decepciones. No soporto las decepciones. Duelen demasiado.

Las decepciones sólo pueden producirse cuando esperas algo de alguien. Y esperar algo de alguien no sólo implica conocerle, haber tratado con él (o con ella, claro) o haber mantenido una, varias o muchas conversaciones más o menos profundas (si te decepciona tu psiquiatra, tendrás dos problemas...).

Esperas algo de quien mantiene contigo ciertos lazos, ya sean afectivos, empáticos, genitales, sanguíneos o sentimentales. Y también de alguien a quien admiras. Luego está el amigo, familiar, el amor, etc.

Que te ha decepcionado tantas veces que ya es imposible que vuelva a decepcionarte: Las costras son corazas. Que le sigues queriendo más por inercia que por sus nulos resultados.

Y por último está el decepcionarte a ti mismo. Eso sí que es una guarrada.

Imagina que decides cortar todos tus lazos (incluso el que te une a ti mismo). Que rompes con todos tus vínculos (familiares, sentimentales, amigos…). Imagina que contratas a un psiquiatra virtual en forma de espejo retrovisor para soltarle lo más íntimo y que te haces taxista para no sentirte nunca solo.

De este modo dejarías, sin duda, de tenerle tanto miedo a las decepciones pero, ¿merecería la pena?

No hay comentarios: