domingo, 10 de julio de 2011

De Repente Un Extraño



Les voy a decir una cosa...

Uno siempre sabe como puede comenzar el día, lo que no sabe es como acabará. Por mas que uno se empeñe, las cosas nunca salen como se planean, siempre hay esas pequeñas variaciones que hacen y construyen la chispa de la vida.

Pues ayer fue uno de esos días. He de confesarles que, desde que soy chofer público, las leyendas urbanas de: "lléveme a Alicante...",  "he roto aguas y el niño esta saliéndome, ¡ya!..." o, "tenga, además del importe, tenga 2.000€ mas y muy agradecido..."

Pero lo de ayer... lo de la propina de 2.000€ o la parturienta, no, pero lo de "lléveme a Alicante"

¡Siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii! ¡Tooooma! ¡Tooooma!

A ver, les cuento:

Varón, caucásico, feo, con marcas en la piel de viruela u onanismo exacerbado, murciano, psiquiatra, un poco tartaja, serio, bigote atusado, mirada penetrante sin pestañear... un joya. Una mezcla de Dalí cruzado con Rainman.

Llegamos a un acuerdo y comienza mi peripecia.

Ya empezamos regular, cuando el Doctor me dice a la altura de Perales del rio:

- ¡Andá...! ¿sabe a quien me recuerda usted al hablar y como se expresa y con esas gafas...?

- A Carlos Latre... (pensé y con una de mis mejores risitas falsas le pregunté:) ¿A quien...?

- ¡Al humorista ese que estaba en Crónicas Marcianas con el Sarda... ¿como se llamaba...?

- Xavier Deltell...

- No, ese no el otro... que se vestía de la Bruja Lola... que hacía muy bien de Boris Izaguirre... ¡Latre... Carlos Latre!

La virgen... y todavía quedan 380 kms.

El viaje transcurrió bien, el hombre era muuuy extraño. No pestañeaba, miraba a la carretera fijamente como si quiera en algún momento lanzarse por el parabrisas.

Hablamos de lo divino y lo humano, de política, gavioteaba bastante, tenia odio a ZP porque (según él) Rajoy había ido a su consulta y le había recetado pastillítas...

¡A la mierda el secreto de invoilabilidad de los pacientes y el código deontologico galeno!

Me hacía gracia como hablaba de sus "loquitos", me llegó a decir que el era pro-pastillería. ¡Madre mía... estoy llevando a un camello legal!  pensaba mientras le escuchaba cuando hablaba... bueno a veces solo le oía murmurar porque hablaba bajito.

Pues bien, ahí estábamos, yendo hacia Alicante, dos personas que no se conocen de nada, que no tienen nada en común, que son de estratos distintos, yendo por la carretera de Castilla La Mancha, escuchando Radio Surco Fm, que es una radio que escuchan los labradores y gente del campo. Y de repente me suelta:

- A mí, lo que mas me gusta es la música, y las mujeres... ¿Y a tí?... porque yo atiendo a muchos "loquitos", pero lo que llevo fatal es tratar a los m.........cones, ¡como te puede gustar incarsela a otro tío por el culo...!

- A mí me gusta las mujeres, la música... la vida en general... (dije lentamente, pero con el culillo apretado)

- ¡Claro que si!, tu eres de los míos... Ah... ¡donde este una mujer con muchos pechos... que se quite lo demás...!

- Hombre, a mí me gusta a ser posible con dos...  dije buscando la gracia rápida, el chascarrillo fácil, el humor de medio pelo, que  lo trabajo muy bien en el tasís.

Y de repente, volvió a su estado. de letargo momentaneo y a fijarse en silencio en la carretera, en algún punto de la carretera que por mas que buscara no sabía cual era.

Era como cuando le das cuerda a un muñeco, a uno de esos payasos que en la medio oscuridad dan terror, y de repente tuviera vida propia e hiciera aspavientos inconexos. Vamos, que el tío al recetar hiciera como Arguiñano cuando le añade brandy a un asado, "un poquito para el asado y otro poquito para el cocinero...." y éste se tomara el tratamiento de sus pacientes (loquitos).

Hicimos 2 paradas, una para que comiera él y otra porque tenia sed. La verdad es que me invitó a los 2 refrescos que me tome. llegamos al aeropuerto y me pagó.

Me sentí en la plenitud de mi carrera profesional. Luego hubo que volver y fue una paliza.

He soñado con él, con su mirada penetrante en el vació de la nada, he soñado que estaba en su consulta y yo era uno de sus loquitos. Con una camisa de fuerza, atado a una silla y unas grapas que me dejaban abierto los parpados  y él no paraba de echarme suero en los ojos para que se lubricarán y me obligaba a ver escenas horrorosas... Como le hicieron a Alex el protagonista de La Naranja Mecanica. Yo gritaba y el cliente me decía que era para curarme mi dolencia.

No les cuento que mala noche he pasado y que dolor de cuerpo tengo después de tragarme 860 kms con un semi loquito detras.

Aunque como dice Joaquin Reyes en su Testimonio de Chicholinna:

- Peor es una mudanza...

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