sábado, 14 de mayo de 2011

La Inquietante Trasparencia

Les voy a decir una cosa...

Si en el post anterior tuve un momento de angustia personal por una mala jugada del subconsciente, lo de ayer fue de cerrar los puños y juntarlos a la cara y chillar como si viera a Gozilla pisando y matando personas por las calles de Madrid.

Recojo en Bailen a un carantigua, muy elegante eso sí, con su gorríto de ala, su chaqueta, su raya fina en el pantalón, bigotíto muy bien cuidado, estilo falange años 30, pajarita y bastón.


-"Buenas tardes joven, lléveme si es tan amable al Palacio de Linares..."

Tuvimos que ir de camino por Mayor y al pasar el Barrio de las Letras, esperando un semáforo, me fijé en un escaparate y ahí fue donde empezó mi asombro... no lo podía creer. Por si nadie me cree hize una foto disimuladamente con mi movil...

¡El hombre no se reflejaba en los escaparates!

¿Que era, un vampiro...?, me froté los ojos, pues pensé que con la alergia los antiestamínicos me estaban fallando o ¿sería la edad...?, y nada... igual... ¡que no le veía!


Miré por el retrovisor, y me fijé que él se había dado cuenta de que me pasaba algo, pero tenia una especie de sonrisa de niño malo y se hacía el interesante.

Él, sin apartar la vista de la ventana, me dijo en tono de falso lamento:

-" Hay que ver... cómo pasa el tiempo para algunas cosas y para otras es como si todo se hubiera quedado estático y no pasaran los años... llevo más de siglos en esta ciudad y nada cambia, ni el contenido ni el continente..."  Y se rió tenuemente volviendo su mirada a mí unos segundos y regresando a su estado anterior, osea, la mirad perdida por Madrid.

He de confesarles que me sentí como Christian Slater en Entrevista Con El Vampiro cuando cambiando el final de la novela se da cuenta que Lestat esta con él, recomiendo el libro.

Me dije a mi mismo: "Danete... se acabó. Porque con lo llenito que estas tiene para de semanas de sangre... o más"

Pero en cambio, ya no volvimos a cruzar palabras ni miradas, no me atrevía, el caso es que preguntaba como no le veía por los escaparates y por el espejo retrovisor sí. ¿Me estaría volviendo más loco?.

En fin, llegamos al Palacio, y el vampi-gentelman se bajó sin pagar la carrera y con el bastón dio un toquecillo a mi ventana. El vidrio bajo lentamente y no me atrevía a mirarle...

-"No tiene que preocuparse, me ha caído bien, es usted un mortal curioso... tenga, quedese el cambio, nos veremos alguna noche, seguro. Pero tranquilo, yo decido quien sí y quien no ha de vivir en este mundo... Feliz noche, que tenga un buen servicio caballero..."

Y atusandose los extremos del bigotito y colocándose la pajarita, entró en el palacio como si lo hiciera toda la vida... bueno, mejor dicho, toda la no-vida.

Decidí desde esa tarde incrementar en mi dieta alimenticia mucho ajo, aunque tenga intolerancia a él... da igual, si me vacía..

¡que al menos le repita por algún tiempo!

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