viernes, 31 de diciembre de 2010

Manolito

Les voy a decir una cosa...


El mundo de las parejas es un tema muy complicado de entender si tomamos como referencia una primera impresión. A veces por mucho que queramos cuando alguien no nos pega con su contrari@, si el resultado final es negativo, siempre podremos decir victoriosos el tan manido "si ya lo decía yo..."


Claro que si tomamos en cuenta que uno recoge a 2 ancianitos, de la mano uno con el otro, resguardandose de la lluvia de ayer. Pues se podría pensar: "que bonito es el triunfo del amor"...


Ella, aun con su faz arrugada por la edad, su pelo ondulado y grisáceo y con un bolso modelo Cartier de los años 60. Abrigo de paño comprado en Rodes Modes como mínimo, nariz rojiza y pómulos altones.


El, hombre muy ajado por la edad, alto de al menos 1,70 mt que en su lozanía podría haber medido 10 cm mas, con gabardina de 3/4 color pardo y gorro de campaña verde campiña, bastón y una completa atención por su compañera para que no resbalara con el piso recién mojado por la lluvia...


Suben al taxi y me piden que les lleve a Maria de Braganza.


- "Eso que tiene pegado al cristal es un Tontón... ¿no?"


- "Si señor, es un navegador GPS."


Le respondo atendiendo al trafico, porque de todos es sabido que los madrileños sabemos hacer de todo mejor que naide, menos conducir bien un coche cuando caen 2 gotas de lluvia". Se hace un silencio. Y como es costumbre al ver que la mujer habla como con el volumen en grado 3 de 10, bajo la radio para estar atento por si me estuviera pidiendo algo.


De todos es sabido que, cada persona tiene un olor corporal especifico, dentro de un automovil los olores al minuto 2 se intensifican pues el habitáculo así nos advierte si alguien usa el desodorante en vez del jabón y viceversa. En este caso el olor era muy característico en algunas personas mayores, el olor era como de ropa poco oreada y guardada rápidamente depositada dentro de un armario, lo que se le suele llamar "ropa recarchutada", bajo unos centímetros mi ventana y una rendija la de mi derecha para que entre y salga una brizna de aire nuevo y se renueve el ambiente.


Eso ella, porque en el lado de él, habia un ambiente a óh de pachoulie que tiraba para atras. No se, era una mezcla rara a Barón Dándy y Chanel nº5...


De pronto, primero ante un ruido de chirriar una silla con las patas con goma, seguido de un tufo como de comida leguminosa inunda el interior del vehículo... Una nubecilla grisácea nos invade... y como poseída por el mismísimo Belcebud, la mujer chilla:


- "¿Otra vez, Rodolfo?... ¿Otra vez?... ¿no has tenido bastante con peerte delante de la doctora?


El hombre como un niño al que acaban de pillar con el carrito del helao, dice en tono esculpatorio:
- "La dije que no me presionara el bajo vientre y ella... ¡ála! ¡venga apretar... venga apretar! ¿que querías que hiciera si yo ya no lo controlo?...


- "¡Pero al menos avisa al señor conductor que tienes gases y que no te los puedes retener! ¡C....o! ¡Tú no lo controlas... tú no lo controlas... pues mira si llevas controlando tu cuerpo que hace ya mas de 30 años que no me tocas! ¡claro... eso sí lo controlas!... ¡Así tienes el ano... de como te lo han dejado "tus amigos" de la sauna esa que no dejas de ir!..."


He de confesar que a veces la realidad supera a la ficción, y no les negaré que me habían contado infinidad de situaciones curiosas que probablemente me pasaría durante mi horario laboral. Pero esta no se me había pasado por la cabeza nunca...


Nos invadió el silencio. Mira que me yo me considero una persona extrovertida, que se decir lo que sea en cualquier momento, aunque no sea del todo acertado (soy un experto en eso) , pero no pude... no sabia que decir... simplemente aceleré la carrera para llegar lo antes posible al destino.


Los octogenarios me abonaron la carrera, el hombre se disculpó 3 veces por lo que había vivido y se fueron. Él intentaba ayudar a su mujer cociéndola del brazo y ella se soltaba de mala manera y como discutiendo. Y se perdieron entre el calabobos y el anochecer de Madrid.


Yo aproveché a darme un paseo por el Pº de la Castellana con las ventanas bajadas durante 15 minutos para cambiar el ambiente que se había quedado en el coche. Mientras tarareaba la canción Manolito de Los Toreros Muertos, sin saber porque...

Curioso el subconsciente, ¿no?


"me gusta jugar con mi amigo Manolito...
me gusta jugar con mi amigo Joselíto...
me gusta jugar con mi amigo Lólo...


¡me gus-ta  ju-gar con mi amigo Sebastiaaan!"


"la la lalalá lalalalalá... laaa lalala lalalalalalá..."

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pufff, o como dicen los entendidos se aflojo un pedo de propina, je,je. Trola en un 75%... y tú, perdonaras de nuevo ¿o no?, amiguete, tú... no te callas ni debajo de del agua. Mira que me extraña que el pedo de un octogenario con la tubería dada de sí, logre retenerte. Porque tú en velatorio con 40 plañideras del más profundo valle de las Urdes llevarías la voz cantante. ¿o no? Jeje Quizás exagero un poco ¿si no?

D3000 dijo...

Gracias anonimo.