lunes, 20 de diciembre de 2010

La Otra

Montó con gesto de soberbia. Sin mirarme me indicó donde quería que la llevara.

- "A la calle Juan Duque... ya le iré diciendo yo donde parar"

- "No faltaba mas..." dije yo con tono de mayordomo ingles atendiendo a la exigencia de su amo.

De repente, suena el tono de una canción y ella abre su fantástico bolso de "el osito" (autentico, of course) y busca entre el magma de cosas que solo una mujer puede esconder dentro de su baúl de la Piquer... su fantástica Blackberry Torch.

- "estaba esperando tu llamada..." dijo ella con tono dulce, "ah... bueno... pero ¿seguro que es por eso?... no, no... no te estoy ... no quiero forzar nada, lo sabes... ahá... vale... ... yo también..."

Y con un gesto de total tristeza, deslizó el slide del movil apoyandolo en su mejilla y mirando a la nada por la ventana , cuando se hubo repuesto,  con distinto tono de voz, como entrecortada, como cuando tienes una bola peluda en la garganta y te esta destrozando por dentro le salió:

- "Perdone... pero si no le importa, lléveme al mismo lugar en el que me encontró... hoy tampoco le veré, han venido los padres de la otra y claro... sería tan doloroso... claro, no tiene otra elección"

Y bajo un manto de crudeza en sus palabras, observé por el espejo interno que tenia en los ojos el rebosar acuoso de rabia contenida y su mirada desafiante hacia estremecerme y a la vez me daba un puntito de lastima.

Porque se intuia que ante tanta puesta en escena, un corte de pelo nuevo, un perfume intenso, una blusa de raso facilmente desabrochable que escondía un nuevo wonderbra de color vino y una minifalda de esas que uno cuando ve a una mujer tirando hacia abajo la minimini-falda solo puede preguntarse... ¿y porque se la puso?

Pero solo había una mentira enmascarada en sus palabras, una mentira que a ella en el fondo le corroía por dentro, porque en realidad "la otra" no era "la otra", sino ella.

Y eso era algo que la quemaba por dentro, porque su amor por el era mas real de lo que pudiera pensar cualquiera que los pillara por los pasillos de la oficina, o en los encuentros fugaces en el WC de la office... o en sus encuentros torridos en los hoteles de carretera o en los hoteles de convecciones, cuando pedían asientos de vuelo separados, pero curiosamente, una sola habitación.

Solo se oía el rumor de diciembre, el ruido del motor del taxi y una canción de UB40, "Don´t break my heart", que al escuchar su letra, la hizo gemir por dentro, y la hizo volver a sentirse vacía por dentro.

Ella sí que eligió, le eligió a él, la daba igual que su relación fuera ficticia si eso significara estar con él, compartiendo aventuras de trabajo y viviendo experiencias y apoyo. Porque eso es lo que ella le daba sin pedir nada a cambio, apoyo y algo mas. Su amor.

Llegamos al destino y secándose las lágrimas con el pico de un pañuelo de papel para que no se corriera el rimel, me miró con la misma altivez de mujer ejecutiva voraz e incombustible que entró en el vehiculo. Me pagó, evidentemente, me pidió el tique para meterlo en gastos de representación y sin mediar palabra salió del taxi y se perdió por la calle Serrano mirando los escaparates lujosos pero vacíos, como su vida.

Y me cuestioné si tanta puesta en escena para unas horas de amor furtivo valían la pena.

Si su amor incondicional merecía un receptor tan mezquino como ese hombre que en ese mismo momento estaba disfrutando de una cena con su familia política... sus hijos... y la otra.

Y aunque no soy nadie para juzgar lo juzgable, pensé que no merecía su amor si él en ningún momento pensara en ella un instante, como ella, que seguro pensaría toda la noche en él.



D3000.

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