miércoles, 19 de marzo de 2014

Hotel Aitana

Estaba ahí como vieja del visillo viéndola llorar y hablar por el móvil y no podía decir nada.

Estaba en la parada de un hotel leyendo tranquilamente cuando apareció ella con conversacion triste y gesto ídem, a la justa distancia en la que no se distinguen ni las palabras ni las intenciones.

Solo los llantos ahogados por el pudor de intentar hacer que nadie en esta gran urbe se diera cuenta de su tragedia. ¡vaya chiste, como si los viandantes anónimos fueran a dar auxilio emocional a alguien en su situación!

Me sentía mal de ver como intentaba explicar a alguien que ya no podía mas, que el mundo se le desmoronaba delante de ella y que no quería seguir así. Lo cierto es que no pude saber a que se refería. Solo podía obserbar impasible como ella se desahogaba con su confidente y yo allí.

¿Necesitaría un abrazo? ¿un gesto de empatía? ¿un divorcio, un psiquiatra, un crédito? no se... me daba pena.

Terminó la conversacion telefónica y encendió un cigarro pensativa. Como en otro mundo. Como si por unos instantes meditara si la única solución a su desden fuera la evasión y la huida.

Me miró y se me acercó. Dudó por un momento el dirigirse a mí porque noté que se había dado cuenta que había sido complice de su tensión y emocional conversación.

En instantes me armé mentalmente de argumentos y estrategias para poder ser un apoyo para ella si me lo pidiera, comprenderla y animarla. "La vida la hacemos complicada, solo hay que descomplicarla..." y cosas así por el estilo.

Se acercó, y mirándome con ojos tristes y derrotados me dijo:


- "Ahora saldrán unos clientes chinos que quieren ir al aeropuerto, pero antes les llevas a la embajada y les esperas..."

- "De acuerdo" - le dije. Y cuando se iba a volver a meter al hotel me salió de dentro decirla: "¡Animo... ya veras como todo se resuelve...!

Ella paró sin dar la vuelta para mirarme, dejo caer el cigarro y lo pisó estilo la rubia de Grease, y entro al apartarse las puertas de cristal del hotel, se puso en el mostrador a hablar con su compañero y se metió en una sala. Y no volví a verla. De repente salieron el matrimonio Lollito Primavelal y me fui.


Les voy a decir una cosa...

Necesitamos muchas veces mas apoyo emocional de lo que nos pensamos. No somos tan fuertes como creemos, y el orgullo hace que nos pensemos invatibles y queremos pedir ayuda, solo que no sabemos como hacerlo.



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