jueves, 20 de marzo de 2014

El Dorado



Llevaba varios minutos, por no decir una hora, aburrido y distante.

Fíjense que la usuaria última que transporté me tuvo qué decir un par de veces que parará en un sitio concreto porque estaba yo en mi masturbación mental. Y aún así, tampoco me dejo propina... En fin, que se le va a hacer.

Bajando por la vía lateral de Castellana, me da el alto una mujer de unos 50 años con una abuelita aferrada a su brazo y con un bastón tembleante en la otra mano. Vestía un pantalón claro y una chaquetilla de perlé dorado, con melena al viento blanca, blanca al estilo sota de bastos. 

Pare y la joven me dijo abriendo la puerta que la otra mujer, la abuela, iba a Narváez con Menorca. Y ayudo a la señora mayor a sentarse, estaba fatigada con respiración jadeante, pero me miro con una sonrisa y me dijo a boca jarro:

- "No tenga usted prisa, joven que es que estoy algo oxidada y me cuesta subir a los autos..."

Yo con una sonrisa de sorpresa le conteste que no se preocupara. Me indicó el trayecto a su casa y empezó a decirme lo buen mozo que era y lo paciente que había sido con ella - " no se crea que los taxistas son tan gentiles con vegestorios como yo..., ¿qué edad piensa usted que tengo...?"

Aquí, entro siempre en un momento peligroso, me estaba jugando la propina. Cuando una mujer, de la edad que sea, te pregunta algo tan subjetivo como "¿te gusta mi peinado... Cuantos años me echas... Te gusta el pescado medio crudo que he asado con un camping gas y sabe a arena de cieno porque es la primera vez en mi vida que cocino...?". Amigo, estas muerto como falles.

- "¡sorpréndame porque la veo echa una mocita!" - dije mirando su sonrisa.

-"¡noventa y siete años! Ni más ni menos... ¿Eh...? ¿Qué le parece, joven?"

La verdad es que la mujer aparentaba algo menos. A ver, entiéndanme, que no era Sara Montiel. Era una mujer normal del barrio de Salamanca que no habría dado palo al agua, me dijo que nunca tuvo hijos y que enviudo hace 39 años... O sea, que con 58 ya poco tralarí tralarí, suponiendo que su Amancio no fuera 17 años mayor que ella. Que lo fue. Vamos que con 45 en la plenitud de su vida, terminaron sus ejercicios nocturnos de pasión con la luz apagada y el Cristo de la pared guardado dentro del cajón.

- "pues que seguro que habrá viajado por el mundo y encontró El Dorado y la fuente de la eterna juventud... ¿Eh...? Y le dio un sorbito" - le dije con tono de guasón buscando su sonrisa, tuve que repetirlo porque la señora se encontraba bien de salud, pero eso si. Sorda como una tapia.

Entonces sin parar a dejarme meter baza durante el trayecto entre nuevos ministerios y odonell me relató su vida en verso y prosa. 

Que era la menor de 4 hembras de una familia bien de Madrid, que iba para monja, pero que conoció a su Amancio al salir un día de las clases para mujercitas que daba la hermana Sor Matea. Que se casó con su Amancio y que la respetó mucho. Porque "fueron un matrimonio como debe ser", con mucho respeto, no como lo que hay ahora, que no hay respeto, ni matrimonio, ni parejas, - "están como los monos..." - no quise ni preguntar a que se refería, porque el ejemplo se atenía a varias vertientes, más bien cómicas, pense.

Me dijo que, ella se encontraba muy bien de todo, de piel, de aspecto (claro a esas edades no se tiene abuelas, yatusabe), de cuerpo...

 - "no tengo ni varices, mire... Y fíjese si el cuerpo es sabio, que hasta se me ha quedado un pecho de una niña de 15..."

Por un momento pensé que se me iba a medio desnudar, pero gracias al Señor no.

Llegamos al destino y la muchacha se despidió de mi deseándome toda suerte de parabienes. Pero ocurrió algo que no me esperaba, me dijo:

- "..cambie de camiseta, un hombre como Diosssmanda no puede ir de rosa..." 

Me sonrió y se fue poco a poco, como en Star Wars se iba Yoda con su bastón y sus andares de sapoviejunosideral.


Les voy a decir una cosa...

Hoy soy 15.600 días más viejo, contando el tiempo de gestación, pero al lado del espíritu juvenil de esta anciana, era yo el viejo.

Me resigne a iniciar mi camino a la nada de mi ciudad y pinche en mp3 el "Huele a espíritu juvenil"  de Nirvana y pise el acelerador a fondo.




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