martes, 25 de septiembre de 2012

Adios Septiembre



Les voy a decir una cosa...

Septiembre se acaba, agoniza. Se nota, no solo en el tiempo, se nota en la ropa. Cuando agonizaba Mayo de repente hubo una explosión de hombros desnudos, muslos desnudos, bustos en busca de esa libertad que ansía el mirón de turno. Y aunque ellas les moleste ser escaneadas en el fondo les encanta ser admiradas por el respetable voyeur.

Pero Septiembre esta agónico, yo le doy 4 días... 5 como mucho. Los médicos ya le han sedado y estamos esperando que suceda lo que tiene que suceder.

De repente, toda aquella que necesitaba liberarse de la segunda piel textil ahora se envuelve - cual cebolleta - en un magma de abrigo, fular/bufandita y (que no nos falte de naa... que no, que no...) botitas de agua. Que mira que de pequeñas habían renegado de ellas cuando la máma se las ponía para ir al cole. Pues no. Ahora, ya puede estar haciendo un poco de tardecita nubosa sin agua, y ellas ¡chas! sus botitas de agua, no vaya a ser que las pille por sorpresa la gota fría o el diluvio universal y tengan que pisar algún charquito.

Septiembre se nos ha ido dejándonos ese sabor agridulce del voyaestirarmiveranitocomopueda.

Hemos hecho en 2 semanas todo lo que no hemos hecho en 3 meses. Un finde en la playita, una tarde de teatro, un paseo por la sierra pobre de Madrid, tardecita de tiendas de fin de temporada, visita a los aldeanos de mi pueblo.

Septiembre nos da esa libertad que tanto ansiamos en verano, pues cuando acaba no tenemos que lucir el palmito, vuelve la comida base de purés, caldos de cocido, y el pijama cómodo y la bata de guatinee. Esas tardecitas de sábado y domingo viendo a Sarita Montiel hace 158 años cantando en playback un cuplé a la par que se come un mazapán que la empalaga tanto el paladar que sus quijadas no dan mas de si.

Septiembre nos ayuda a pensar en él o ella. Nos ayuda a meditar lo que nos hubiera o hubiese gustado sentir si él o ella se hubieran o hubiesen dado cuenta cuando con la mirada les decíamos "hazme tuy@".

Para algunas madres, Septiembre las libera de sus niños. Para algunos padres, Septiembre les libera de la monotonía de no hacer ruido porque "por las noches con el astío del verano la puerta ha de estar abierta para que haya corriente. Y claro, los niños también sufren insomnio por las altas temperaturas".

Septiembre agoniza. Lo siento de veras por los heladeros, los saltimbankis de semáforo, los vendedores de poesía callejeros y las meretrices de bajo estanding o putillas de polígono






P.D. :
Septiembre agoniza habiendose llevado a baul del recuerdo a Rafa.
Le echaremos de menos... mucho.


No hay comentarios: