El humano miente. Miente mucho.
Y si, encima no conoce de nada al que le atiende y sabe que no volverá a verle jamás... Miente más.
Por eso los carro-taxis son el medio ideal para fingir. Suben y fingen llevar una vida que no es la suya y se les nota cuando mienten por sus gestos, sus contradicciones o sus lapsus.
El mentiroso actúa siempre solo o en compañía de otros recién conocidos a los que también pretende "impresionar" y suele dirigir sus mentiras a lo material, a lo que dice que tiene pero no tiene.
- “¿Me lleva al taller Ferrari? Me han llamado para recogerlo”
Me dijo uno anteayer y por el camino me relata las bondades de tener un carro tan exclusivo y tan caro. Al dejarle en la puerta del taller y alejarme pude comprobar a través del espejo cómo cruzaba la calle y entraba en otro taller distinto de otra marca mucho menos exclusiva.
¿Y a mí qué me interesa el coche que tenga aquel tipo?
¿Por qué necesita "presumir" de coche ante un completo desconocido?
¿Necesitamos "ser", acaso, el coche que tenemos o nuestra cuenta bancaria por encima de todo lo demás?
¿Por qué nadie enfoca sus mentiras hacia el campo del intelecto o del alma?
¿Por qué nadie dice ser más inteligente de lo que realmente es, o más místico, o más feliz o más propenso a amar y ser amado?
Ya sólo veo sinceridad en el odio que demuestran cuando hablan de temas sensibles para ellos.
Cuando hablan de política, religión, inmigración o cualquier otro que precise posicionarse y emitir un juicio sea del bando que sea. Ahí, en el odio o en la ira, siempre son sinceros, nunca mienten.
Y dentro de estos que mienten, hay unos, también, que son los que viven su propia mentira. Son los que exigen sus libertades a costa de machacar al de su lado con tal de hacer su voluntad “porque se lo merecen, porque se lo pide el cuerpo…”
Y lo único que esconden es un halo de egotismo y orgullo pandemico. Estos son, ha veces los más peligrosos, porque mienten tan bien que a uno le brotan sentimientos de compasión y lastima. A veces lo hacen inconscientemente pero otras veces esa inconsciencia hace que su corta visión no vea los daños colaterales que forman a su alrededor.
Y los daños colaterales en una guerra si son materiales tardan mucho en reponerse, pero si son humanos, no hay vuelta atrás.
Les voy a decir una cosa...
A veces, me da yúyu el Humanus Ficticius.
Y si, encima no conoce de nada al que le atiende y sabe que no volverá a verle jamás... Miente más.
Por eso los carro-taxis son el medio ideal para fingir. Suben y fingen llevar una vida que no es la suya y se les nota cuando mienten por sus gestos, sus contradicciones o sus lapsus.
El mentiroso actúa siempre solo o en compañía de otros recién conocidos a los que también pretende "impresionar" y suele dirigir sus mentiras a lo material, a lo que dice que tiene pero no tiene.
- “¿Me lleva al taller Ferrari? Me han llamado para recogerlo”
Me dijo uno anteayer y por el camino me relata las bondades de tener un carro tan exclusivo y tan caro. Al dejarle en la puerta del taller y alejarme pude comprobar a través del espejo cómo cruzaba la calle y entraba en otro taller distinto de otra marca mucho menos exclusiva.
¿Y a mí qué me interesa el coche que tenga aquel tipo?
¿Por qué necesita "presumir" de coche ante un completo desconocido?
¿Necesitamos "ser", acaso, el coche que tenemos o nuestra cuenta bancaria por encima de todo lo demás?
¿Por qué nadie enfoca sus mentiras hacia el campo del intelecto o del alma?
¿Por qué nadie dice ser más inteligente de lo que realmente es, o más místico, o más feliz o más propenso a amar y ser amado?
Ya sólo veo sinceridad en el odio que demuestran cuando hablan de temas sensibles para ellos.
Cuando hablan de política, religión, inmigración o cualquier otro que precise posicionarse y emitir un juicio sea del bando que sea. Ahí, en el odio o en la ira, siempre son sinceros, nunca mienten.
Y dentro de estos que mienten, hay unos, también, que son los que viven su propia mentira. Son los que exigen sus libertades a costa de machacar al de su lado con tal de hacer su voluntad “porque se lo merecen, porque se lo pide el cuerpo…”
Y lo único que esconden es un halo de egotismo y orgullo pandemico. Estos son, ha veces los más peligrosos, porque mienten tan bien que a uno le brotan sentimientos de compasión y lastima. A veces lo hacen inconscientemente pero otras veces esa inconsciencia hace que su corta visión no vea los daños colaterales que forman a su alrededor.
Y los daños colaterales en una guerra si son materiales tardan mucho en reponerse, pero si son humanos, no hay vuelta atrás.
Les voy a decir una cosa...
A veces, me da yúyu el Humanus Ficticius.
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